MIÉRCOLES 17 DE ABRIL

MARIA LLENA ERES DE GRACIA es una película en coproducción entre Colombia y Estados Unidos dirigida por Joshua Marston que aborda el tema del drama vivido por las llamadas mula del narcotráfico. Esta película supuso el estreno como director de Joshua Marston y de su protagonista Catalina Sandino, quien por este film logró en 2004 el Oso de Oro a mejor actriz y la nominación al Premio Oscar.

Maria Alvarez (CATALINA SANDINO MORENO) se ha criado en un villorrio rural enclavado en las fértiles colinas del norte de Bogotá. Allí, tres o más generaciones de una misma familia pueden llegar a compartir una misma, minúscula vivienda; Maria vive en un modesta casa de cemento con su abuela, su madre, su hermana y su pequeño sobrino. Todas las mañanas, sale antes del alba y toma el autobús que la lleva a su trabajo en una importante plantación industrial de rosas, en las afueras del pueblo. El trabajo allí es alienante, tedioso y duramente reglamentado. Junto con su mejor amiga Blanca (YENNY PAOLA VEGA), María pasa los interminables días trabajando de pie, sacándole las espinas a centenares de tallos de flores y preparando bouquets de exportación. De vez en cuando, hay un fin de semana de fiesta en la plaza del pueblo, que nadie se pierde, con un conjunto local que toca salsa y cumbia; María no para de bailar, mientras su novio Juan (WILSON GUERRERO) se contenta con matar el tiempo mirando todo desde un costado, tomando aguardiente. Maria tiene 17 años, un carácter lleno de audacia, sensatez y mucho espíritu, y la sensación creciente de que el mundo, ancho y ajeno, le ha reservado un lugar pequeño, marginal y desangelado, que ella no está dispuesta a aceptar. En casa, tiene frecuentes disputas con sus familiares, especialmente con su hermana mayor, Diana (JOHANNA ANDREA MORA), cuyo salario semanal es destinado completamente a la crianza de su bebé, y aunque María adora a la criatura, siente que es injusto que ella deba darle a Diana parte de su propio salario para aportar a la precaria economía familiar. En el trabajo, Maria se resiste a aceptar las abusivas normas de un sistema que pretende mezquinarlo todo, desde el modo en que se arman los bouquets hasta los minutos de tolerancia para que los empleados vayan al toilette. Tampoco quiere ser la típica María novia sumisa de Juan, quien no entiende ni eventualmente aceptaría los anhelos de cambio de María. Blanca es la única que parece comprender su inquieta naturaleza; en su candorosa timidez, Blanca se siente a gusto dejándose llevar por el ímpetu de María. Pero María está a punto de cambiar de rumbo de manera drástica. Cierto día, en el trabajo, tiene nauseas y pide permiso para ir al baño. Su supervisor se lo niega arbitrariamente, y de paso le da un sermón sobre su inaceptable carencia de toda ética laboral. La discusión es, en última instancia, una pugna de actitudes ferozmente antagónicas, y María abruptamente renuncia. Su familia reacciona con asombro y rabia, pero María no acepta siquiera disculparse por su impulsiva determinación, y mucho menos reconsiderarla. Por otra parte, hay otra cosa que la preocupa: está embarazada, y nadie lo sabe, excepto Juan, quien le ofrece matrimonio, pero por la única razón de que eso es lo que se supone que hay que hacer. Y para María eso no es suficiente. Con escasas opciones laborales en ese ámbito, la mejor opción que María tiene a la vista es acudir a una amiga que trabaja de mucama en Bogotá. Y hacia allí se encamina, cuando una oportunidad inesperada se le presenta en la persona de Franklin, un desconocido muy avasallador, con quien María se cruza en una fiesta de fin de semana. Con su saco de cuero a la moda y su natural seducción, Franklin es muy diferente a Juan y a cualquiera de los otros muchachos del pueblo; además, viene de otra región de Colombia. Sabe bien cómo hablarle a una mujer, y despierta el interés de María contándole de un trabajo estupendo, con viajes incluidos, cosa que para María es una novedad absoluta. Pero cuando Franklin pronuncia la palabra “mula”, María comprende inmediatamente de qué está hablando: se trata de tragarse decenas de cartuchos de làtex, del tamaño de un pulgar, rellenos de heroína, e ingresar con ese cargamento a los Estados Unidos. Maria ha oído varias historias de mulas capturadas, y nada le parece más peligroso, pero Franklin, con ese aire del que todo lo sabe, dice que las mulas capturadas son en realidad tontos que quieren fama y que se hacen atrapar deliberadamente para salir en televisión. Que una chica inteligente como María no puede tener ningún problema. El factor decisivo es el dinero: cinco mil dólares por un solo viaje; una cifra que puede cambiarle la vida de una vez y para siempre. Dejando a un lado sus dudas, Maria se entrevista con su posible nuevo patrón, Javier (JAIME OSORIO GÓMEZ), un hombre de aspecto cálido y paternal, quien le explica el trabajo en términos muy simples, e insiste en darle a María una especie de adelanto para aliviar sus problemas de dinero, aún antes de que ella dé una respuesta definitiva. Aunque Javier le asegura que se trata de un regalo, y que no hay en ello ninguna clase de compromiso, María comprende que, al tomar el dinero, ha aceptado el trabajo. Enseguida, traba amistad con otra mula, Lucy (GUILIED LÒPEZ), quien le explica todo lo que tiene que saber: cómo prepararse físicamente, cómo vestirse, como comportarse, y que si uno de los cartuchos se rompe en el estómago, eso significa la muerte. Lucy ya ha hecho dos viajes, y el trabajo parece haberle dado completa independencia económica. No obstante, cuando habla de sus viajes a Nueva York, confiesa amargamente que nunca ha tenido el coraje de visitar a su hermana mayor, que vive en Queens. Con plena conciencia de los riesgos que le aguardan en su nuevo oficio, María no puede sino enfurecerse cuando se entera de que Blanca también va a convertirse en una mula. Pero su amiga tampoco puede volverse atrás; ya ha aceptado el dinero de “regalo”. En el curso de las siguientes veinticuatro horas,  María tiene que tragarse sesenta y dos cartuchos de làtex llenos de droga, uno tras otro, con Javier vigilándola atentamente. Y cuando al día siguiente aborda el vuelo, descubre que va a viajar con Blanca, Lucy y una cuarta mujer, mula también. Pero no será el viaje sin complicaciones que Franklin le había asegurado. Durante el vuelo, Lucy empieza a sentirse muy mal, lo cual parece implicar que un cartucho se ha roto en su estómago y la droga ha comenzado a contaminar todo su organismo. Ya en los Estados Unidos, la situación se complica todavía más, cuando los agentes de aduana detienen a la cuarta mula. Sin saber cómo, Maria y Blanca se ven encerradas en un mugroso cuarto de motel de New Jersey, bajo la atenta y fría mirada de dos jóvenes sicarios, mientras tienen que dedicarse al lento y humillante proceso de expeler las cápsulas de la droga. Al mismo tiempo, Lucy se agrava: Maria hace lo que puede, pero sus jóvenes custodios son absolutamente indiferentes. Cuando Maria despierta, a la mañana siguiente, descubre el baño cubierto de sangre, y ni señales de Lucy y de los dos jóvenes matones. Con Blanca aprovechan la circunstancia y huyen con la droga. Perdida en un ambiente que le es completamente extraño, Maria tiene un único dato útil: el nombre y la dirección de la hermana de Lucy, Carla (PATRICIA RAE). Y así, en los días subsiguientes, Maria deberá confrontarse con situaciones que pondrán a prueba su entereza, su coraje y su sentido de la humanidad. Sólo con el instinto y la inteligencia como guías, deberá intentar salir del infierno y poner proa verdaderamente María, llena eres de gracia rumbo a una nueva vida.